Maromeros, Desalmados y otros Absurdos

Espacio Museo, October 11, 2018

La realidad inhabitual en la obra de Johan Galué
El hombre tiene la capacidad de soñar, de escapar a mundos paralelos. Pero si la expresión artística es el conducto para canalizar todo ese laberinto de recuerdos, sentimientos y emociones, el resultado es una propuesta convertida en poética visual liberada de los prejuicios del mundo consciente.

 

Admiro la honestidad hecha trazos en la obra de Johan Galué, un cuerpo de trabajo cargado de gestualidad desde el abandono de la belleza canónica. Enraizado en el ya lejano movimiento surrealista del s. XX pero con la impronta de la post modernidad en cada gesto y la heredad del informalismo venezolano, su discurso plástico se presenta plagado de personajes ficticios, surreales, anafóricos, que descolocan al espectador y lo invitan a deslastrarse de ideas preconcebidas.

Su trabajo tiene profundas raíces en el dibujo y comenta que desde niño plasmaba sus inquietudes y vivencias en el papel. El dibujo es muy natural en mí, es una gran necesidad, un gran compromiso…

 

Con posibilidades de experimentación en historias de personajes neo surrealistas desmembrados, mimetizados, sustentados en otras realidades, que en lo personal incitan mi curiosidad.

 

Los protagonistas de sus telas parecen salidos de mundos inquietantes, inconexos, incómodos y difíciles de aprehender. Pueden flotar en atmósferas coloridas o estar aprisionados en lugares inverosímiles; rostros que se desdibujan, a la par que el gesto deja su mancha espesa sobre ellos. Llegado el momento podría estar pintando con el tubo de pasta directo sobre la superficie ‒si fuese necesario‒, en un intento por hacer lo que él denomina una descarga controlada de su ansiedad. Un acto de catarsis.

La obra se convierte entonces en un juego visual y rítmico, siempre en dinámica dispersa porque pueden suceder historias distintas en un mismo espacio compositivo donde la narrativa pictórica lleva su propio tempo.

 

El cuadro me va hablando, me va diciendo; es una lucha entre la tela y mi persona, en un mundo tan ilimitado. Un nuevo reto. Este desafío del que habla el artista, renace cada día a las 5:30 de la mañana, cuando muy temprano comienza a dar forma a ese inquieto mundo suyo lleno de fantasías pero alimentado de la lectura diaria, la música, la reflexión obligada antes del primer manchón en la tela. Vive en la Venezuela difícil, en un entorno complicado, de insospechados giros sociales y con las limitaciones que quiebran el alma. Todo ello alimenta este discurso de la imaginación desbarrancada, de la gestual terca y apasionada, nutrida de fuerza y deseo.