Alejandro Plaza (Caracas, Venezuela, 1989) sumerge al espectador en la vibración y la velocidad de un arte híbrido en el que han estallado las categorías que establecieron demarcaciones entre diferentes referentes culturales en el siglo XX. En su obra Post Neo-Pop, estas categorías se configuran en una narrativa que pasa impunemente de la señalización gráfica de los carteles publicitarios al género del retrato en la pintura, e inserta ecos de abstracción geométrica en medio de vertiginosos fragmentos de múltiples iconografías. Plaza se apropia de los ecos visuales de la serie de televisión japonesa; los efectos perceptivos del arte cinético venezolano entre un sinfín de alusiones que explora con la libertad de una generación formada dentro del más alto paroxismo de la industria cultural.

A la edad de 16 años, durante un intercambio de estudiantes en Dinamarca, tomó sus primeras lecciones de dibujo y entró en contacto en el Museo de Arte ARoS Aarhus en Aarhus, Dinamarca. Tras experimentar con técnicas pictóricas sobre lienzo y cartón en Dinamarca -desarrolló una serie sobre el estilo de vida arcaico en Groenlandia- a su regreso a Caracas comenzó a estudiar ilustración en el Instituto de Diseño. Una de las obsesiones que le han acompañado desde aquella época son las sombras a las que no renuncia aún hoy cuando hace intervenciones geométricas en objetos como un piano o un coche. Sobre estas superficies diseña planos con fragmentos dinámicos y degradaciones de color, y sombras que dan nueva vida a las figuras geométricas: "Como si no fueran cuerpos ideales sino cuerpos reales", afirma. Al mismo tiempo, las geometrías -yuxtapuestas como transparencias o esmaltes en acrílico- comenzaron a combinarse con los retratos de rostros femeninos que exaltan los estereotipos de belleza, sin dejar de tener un aire propio.

En medio de la saturación mediática, Alejandro Plaza, integrante de una generación nacida después del fin de las utopías sociales, crea obras posteriores al surrealismo, el pop art, el neo-pop y el arte cinético; como una forma de escapar de la oscuridad del mundo, y transmitir su visión de un boleto a cierto mundo imaginario de felicidad.

Plaza celebra el Pop art que elevó la publicidad a la categoría de iconografía de culto, e inserta la semiótica de las tiras narrativas en el arte contemporáneo, expandiéndolo a su manera.